Un libro defiende el modelo de la entidad Braval de unir a chavales inmigrantes y autóctonos a través del deporte y las tareas escolares
Artículo de María-Paz López. La Vanguardia. 1 marzo 2011. Vivir. Ciudadanos. p. 7.
Combinar fútbol y deberes para cohesionar a la juventud de un barrio como el Raval, con un 47,3% de población inmigrada, es una receta aplicada por el pedagogo Josep Masabeu, quien propone exportarla a zonas de tejido social delicado de otras ciudades. El truco está en promover la superación personal a través del deporte de equipo (en este caso, fútbol y baloncesto) y de la mejora del rendimiento escolar, pero juntando a los chavales autóctonos con los recién llegados.
Ese espíritu rezuma el ensayo La república del Raval. Eines de cohesió social, editado por la Fundació Raval Solidari, en el que Masabeu expone los resultados de un sistema que desde 1998 desarrolla Braval, la entidad de voluntarios vinculada al Opus Dei que él preside. El libro fue presentado ayer por el ex president Jordi Pujol en el Col·legi de Notaris de Barcelona.
“No hacemos programas dirigidos selectivamente a inmigrantes, sino a todos los habitantes del Raval; y como resulta que en el Raval hay muchos inmigrantes, tenemos inmigrantes en todos los programas”, zanja Josep Masabeu, doctor en Pedagogía por la Universitat de Barcelona.
Sólo echar un vistazo a las cifras que plantea en su libro dice mucho sobre la necesidad de estrategias de cohesión social. Según el padrón del 2010, en el Raval -con una superficie de 1,1 kilómetros cuadrados- viven 47.454 personas, es decir, este barrio barcelonés tiene más habitantes que Figueres, Vic o Salt. Hay 22.446 extranjeros (el 47,3% del barrio), y las nacionalidades más representadas son, por este orden: pakistaníes, filipinos, bangladesíes, marroquíes e italianos. El 30% de la población está en paro.
La receta de Braval consiste en montar partidos de fútbol entre los chavales y, además, ayudarles a hacer los deberes. Puntualización sobre el fútbol: “Es mejor jugar en competiciones normalizadas del país como un equipo más, mezclando a los jugadores de diversos países en cada equipo”, arguye Masabeu. Eso ayuda más a la cohesión, sostiene, que programar mundialitos de inmigrantes u organizar una liga latina, filipina o magrebí, pues fomentan el gueto. Aclaración sobre los deberes: se trata de “colaborar con las familias, completar el trabajo de la escuela”, pero “no de ser un centro de recuperación escolar, ni una academia de idiomas, ni un centro de formación ocupacional, ni un club deportivo”.
Para que todo funcione, el voluntario -entrenador, tutor de tareas escolares, monitor de ocio,…- debe tener formación interreligiosa e intercultural. Braval se declara cristiana, pero entre chicos y voluntarios acoge a gente diversa.
Desde los inicios, ha habido 901 participantes, jóvenes de 30 países, que hablan 10 lenguas y profesan 9 religiones. Y ha habido 770 voluntarios, de los cuales un buen grupo fueron en su día participantes de los programas.
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