Publicado en el diario Ara. Criatures. Sábado 12 marzo 2011. p.13
Si en el Raval, con un 50% de población inmigrante, se ha preservado una cierta armonía cívica ha sido, en parte, gracias al trabajo de muchos maestros.
El primero es la meticulosa limpieza de sus instalaciones. Es casi más difícil encontrar un papel en el suelo que un gesto de cansancio en los colaboradores de Pep. No es ninguna tontería proporcionar a los niños inmigrantes una experiencia de este tipo.
El segundo es la sala para estar en silencio. Pep ha habilitado un espacio donde los chicos que lo desean van a permanecer un rato quietos y callados. Siempre hay alguien. Simplemente entran, se sientan en un banco y se quedan un rato a practicar la convivencia con el ritmo lento del silencio para sentir su intimidad, lejos de las urgencias y los reclamos imperativos del barrio.
Mientras todos intentamos estimular a los niños, fomentando sus intereses para que se mantenga su atención en movimiento, Pep, uno de los pedagogos más innovadores de Cataluña, les da la posibilidad de gozar del regalo gratuito del silencio. Como te decía un amigo común: “Adelante, Pep, y enhorabuena”
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